Las ejecuciones de la realeza británica y francesa: Las vidas de los miembros de la realeza que fueron ejecutados en Inglaterra y Francia

Más de 450 años después de su reinado, Enrique VIII sigue siendo el rey más famoso y reconocido de Inglaterra, pero por razones equivocadas. Aunque sus contemporáneos lo consideraban un rey culto y "uno de los gobernantes más carismáticos que se han sentado en el trono inglés", hoy se le recuerda sobre todo por su glotonería y sus múltiples matrimonios, en particular por la truculenta forma en que enviudó en más de una ocasión. Naturalmente, ese fue el tema central de la popular serie dramática de ShowTime centrada en su vida. Es probable que Enrique VIII siga siendo más conocido por haber decapitado a algunas de sus esposas, sobre todo a Ana Bolena, por lo que resulta un tanto apropiado que su acto más decisivo fuera el resultado de un percance conyugal. Muy enfrentado a la Iglesia Católica por su intento de disolver su matrimonio con Catalina de Aragón, Enrique VIII acabó rompiendo con la Iglesia y estableció la Iglesia de Inglaterra, que alteró para siempre tanto la historia religiosa de Inglaterra como la jerarquía social de la nación y su imperio. Ana Bolena fue una zorra y, en última instancia, una víctima, pero también fue una política astuta, una amante insensata y una mujer sabia. También era adúltera y reformadora religiosa, y estas dos cualidades se unirían para cambiar para siempre la faz de la cristiandad inglesa. Ana llegó a la corte con una idea más clara de en qué se estaba metiendo que cualquier otra de las reinas de Enrique, pero ni siquiera ella podía prever lo voluble que sería el destino, que le costaría tanto su amor como su vida. Como Catalina de Aragón antes que ella, sería incapaz de retener a su marido errante. Sin embargo, ella sería, irónicamente, la última de sus reinas a la que engañaría. La temprana mortalidad femenina y su propia salud debilitada lo mantendrían fiel a las mujeres que la seguirían como Reina, de una manera que las enseñanzas de la Iglesia y la decencia común nunca lo harían. Luis XVI es uno de los reyes más famosos de Francia, pero por razones que él hubiera preferido evitar. Llegado a la mayoría de edad tras el reinado del Rey Sol, Luis XIV, y de su padre, Luis XV, Luis XVI pretendía inicialmente ser uno de los reyes más ilustrados de Francia. Sin embargo, se convirtió en el único rey francés ejecutado. De hecho, su muerte y su papel en el fomento de la Revolución Francesa (junto con su tristemente célebre reina, María Antonieta) siguen desempeñando el papel central en el legado de Luis XVI. La abrupta desaparición de Luis XVI y de su reinado coronó un periodo histórico tumultuoso pero importante tanto para Francia como para el resto del mundo. El deseo de Luis XVI de reformar Francia siguiendo el molde de la Ilustración y su fracaso a la hora de impulsar esas reformas frente a una aristocracia reacia envalentonaron y espolearon a quienes se rebelarían contra él. Al mismo tiempo, su apoyo a la causa estadounidense durante la Revolución Americana en la década de 1770 fue esencial para asegurar la libertad de esa nación y agravar aún más los problemas financieros de Francia. Irónicamente, el papel de Francia en asegurar el éxito de la Revolución Americana proporcionó un ejemplo esperanzador para aquellos que le derrocarían menos de 15 años después. El mismo conservadurismo cauteloso que empañó su reinado a los ojos de tantos condujo finalmente a la cadena de acontecimientos que le convirtió en víctima de la guillotina. Con la sociedad francesa en abierta revuelta a finales de la década de 1780, el rey se mostró indeciso en varios momentos cruciales, como durante un famoso intento de fuga frustrado en Vergennes, y tuvo que correr literalmente por su vida cuando una turba asaltó el palacio real de las Tullerías. Poco después, fue despojado de su dignidad y de su nombre real, condenado por alta traición en un juicio simulado como ciuda