Espinas En El Camino Verde

En aquella calle estrecha, oscura y empedrada, donde los bares estaban abiertos dia y noche, con sus casas tan destartaladas como su propia gente, la cual confundiase a su paso con el gran rebano de ovejas que transitaba por alli. Unos y otros, mezclados en el mismo olor a sudor, detenian su paso cuando pasaba aquel recogedor de basura. Con ansia se preguntaban que sentiria un hombre tan fuerte y varonil, con su tez tostada por el sol, el cabello negro cayendole en bucles sobre la frente, haciendo un gran contraste con sus ojos azules, tan grandes y profundos, con esa mirada llena de orgullo y rebeldia como desafiando al mundo. Su boca era firme y tentadora. Tenia el aspecto de un rey destronado. Con curiosidad, los habitantes del sucio puerto lo observaban arrastrando su carrito, recogiendo los desperdicios que tanto hombres como animales dejaban a su paso. Las damas, a traves de sus ventanas, lo miraban pasar pensando en la mala suerte de aquel hombre. - Por que seria tan pobre? A pesar de su belleza no tenia novia. Los poderosos de Puerto Gabriel no permitian que sus hijas hablaran a Juan David. - Para que hacerse ilusiones con ese muerto de hambre? - Un simple recogedor de basura sin un solo peso en sus miseros bolsillos? En verdad no era ninguna garantia casarse con el, para descender de una posicion privilegiada a otra llena de miseria y calamidades, compartiendo un pequeno ranchito a la orilla del rio con su madre y sus diez hermanitas. En aquel entonces, la maestra de Puerto Gabriel, la senorita Dorotea le habia tomado gran carino al humilde recogedor de basura. El chiquillo vivaz que en las noches, sin que nadie lo viera, saltaba los muros entrando a casa de la profesora solterona, gorda y fea, pero con un corazon grandote, para aprender de ella su sabiduria. Aun despues de cumplir sus veinte anos, continuaba yendo a casa de la maestra asimilando sus ensenanzas con gran facilidad. Dorotea encargaba a la ciudad libros de derecho, medicina, psicologia, antropologia, etc. y todos los regalaba a este hombre amargado con deseos de superacion. El joven de cuerpo atletico, semejando cual estatua hermosa e imponente, con sus facciones duras y rigidas, pero de alma noble, sencilla y entristecida se preguntaba: - Cuando llegaria el tan anhelado dia del que tanto le hablaba la anciana Dorotea? Ya tenia treinta anos. De buena gana se hubiera marchado hacia mucho tiempo, pero: - Como abandonar a su madre y hermanitas? No era capaz de hacerlo. Preferia sacrificar su vida por ellas. Juan David no tenia amigos. Siempre se le veia solo. Cuando entraba a una heladeria para tomar un refresco nadie se le acercaba. Sentado en un rincon soportaba las miradas burlonas de los hombres y compasivas las de las mujeres. Algunas veces, con desprecio, los caballeros le arrojaban a los pies unas cuantas monedas para pagar la bebida. El, sin decir nada, pensando en su familia las recogia en silencio guardandolas en uno de los bolsillos de sus gastados pantalones. Nunca tomo venganza contra nadie. Su corazon, aunque amargado, guardaba los mas hermosos sentimientos de amor hacia la humanidad. Asi lo habia educado la anciana Dorotea. Cuando habia algun accidente, incendio o enfermos, siempre era el humilde recogedor de basura quien corria a prestar su auxilio. De esta forma se convirtio en el heroe de los ninos que deseaban ser como el."