Los años sin rumbo

Con tal de librarse del servicio militar obligatorio, José Francisco, con 15 años de edad, elige irse becado a un internado en La Habana para cursar el preuniversitario. Solo, lejos de la familia y de sus antiguos compañeros de estudios, se encuentra en un medio hostil, entre jóvenes desconocidos, donde prima el acoso, las humillaciones, las amenazas por parte de quienes ostentan el poder por nombramiento o por ser becados de cursos anteriores, y todo eso bajo un régimen de disciplina militar opresivo de reglas rígidas que van en contra de su naturaleza. En su lucha por sobrevivir logra aliarse con Juan Emilio, un becado indisciplinado y abusador, y junto a él comete todo tipo de rebeldías para burlarse de las autoridades y contravenir las reglas. Ya en el tercer y último año, cuando ellos regresan del pase un domingo por la noche, se encuentran que el área de la beca está atestada de cañones, lanzacohetes, y otros equipos militares custodiados por soldados. A partir de ese momento la escuela se convierte en una unidad militar en donde las prioridades castrenses se enfrentan a las docentes mientras los estudiantes sufren el rigor de las guardias, las alarmas de combate nocturnas, el trabajo obligatorio en la agricultura los fines de semana, la disminución de los permisos de salida, el desencuentro con las muchachas del grupo con la que se divertían los días de pase. Tales desatinos provocan varias muertes por suicidios y asesinatos. Pero aun bajo este régimen marcial, un nutrido grupo de estudiantes es sacado de sus albergues por sorpresa y llevados a cumplir el servicio militar a otras unidades sin poder continuar sus estudios, sin embargo, José Francisco y Juan Emilio, a pesar de estar en la lista de los seleccionados, logran evadir el reclutamiento y permanecer en la beca. Pero a partir de ese momento reciben la amenaza de ser enviados a una unidad militar cada vez que cometen una indisciplina. Una vez tras otra logran esquivar la persecución y llegar al fin del curso y también al cese del entrenamiento militar y al relajamiento del orden. Ya están en la orilla, solo les resta aprobar los exámenes. Es el día final; cuando terminen la prueba de matemáticas habrá concluido la pesadilla. Pero Juan Emilio es sorprendido cuando copia el examen de Jose Francisco y es expulsado de inmediato de la beca y enviado a cumplir el servicio militar. Jose Francisco es acusado de permitir el fraude y ser parte de él y le informan que ha sido delatado por Juan Emilio. Se siente traicionado, acorralado, pero con fuerzas para defenderse y fustigar a quienes pretenden acabar con su sueño de graduarse y dejar atrás aquellos años sin rumbo.